El 7 de octubre se celebra la Jornada Mundial por el Trabajo Decente. Desde el pasado año, un grupo de organizaciones de inspiración católica y congregaciones religiosas presentes en España y a nivel internacional hemos puesto en marcha una red de trabajo con el objetivo de situar en la primera línea de las agendas de nuestras entidades la necesidad de un trabajo decente para todas las personas.
Nuestro precedente fue la reunión celebrada en Roma los días 29 y 30 de abril de 2014, en la que estuvieron presentes representantes de nuestras coordinaciones internacionales, las autoridades de la Santa Sede y los líderes de la Organización Internacional del Trabajo, con el objetivo de colocar explícitamente el “trabajo decente para todas las personas".
Tal y como afirma el Papa Francisco, “Es necesario reafirmar que el trabajo es una realidad esencial para la sociedad, para las familias y para los individuos, y que su principal valor es el bien de la persona humana, ya que la realiza como tal, con sus actitudes y sus capacidades intelectuales, creativas y manuales. De esto se deriva que el trabajo no tenga sólo un fin económico y de beneficios, sino ante todo un fin que atañe al hombre y a su dignidad. ¡Y si no hay trabajo esa dignidad está herida!”
Que nos quede claro qué es un trabajo decente: significa un trabajo que, en cualquier sociedad, sea expresión de la dignidad esencial de todo hombre o mujer, un trabajo libremente elegido, que asocie efectivamente a los trabajadores, hombres y mujeres, al desarrollo de su comunidad, un trabajo que haga que los trabajadores sean respetados, evitando toda discriminación, un trabajo que permita satisfacer las necesidades de las familias y escolarizar a los hijos sin que se vean obligados a trabajar, un trabajo que consienta a los trabajadores organizarse libremente y hacer oír su voz, un trabajo que deje espacio para reencontrarse adecuadamente con las propias raíces en el ámbito personal, familiar y espiritual, un trabajo que asegure una condición digna a los trabajadores que llegan a la jubilación,…
Pero, ¿qué significa hoy defender el trabajo decente?. Significa romper la actual lógica de pensar y organizar el trabajo poniendo en el centro a la persona, no la economía y los intereses de unos pocos. Plantear el sentido y el valor del trabajo más allá del empleo, distribuir de manera justa y digna el empleo y reconocer socialmente todos los trabajos de cuidado necesarios para la vida humana, luchar por condiciones dignas de empleo (sin la lucha por la afirmación de los derechos de las personas en el empleo no es posible humanizar el trabajo), articular de forma humanizadora el trabajo y el descanso y luchar por la defensa de los derechos humanos y desvincular derechos y empleo.
Es ineludible poner en primera línea de las agendas de nuestras organizaciones la necesidad de un trabajo decente para todas las personas. Debe estar en la agenda política, en las agendas de las entidades sociales y empresariales, en nuestras agendas personales… y también en las propuestas de nuestra Iglesia.
Todos estamos llamados a visibilizar y denunciar, a través de todos los medios al alcance, la situación de desigualdad en el acceso al trabajo decente y la negación de dignidad que esto supone. Todos y todas podemos hacer algo desde nuestras organizaciones, parroquias o lugares de compromiso.
Os invitamos a unirnos a nosotras y nosotros el viernes siete de octubre en la parroquia de San Miguel Arcángel del barrio del Zaidín. A las seis y media de la tarde tendremos un gesto público y a las siete y media celebraremos la eucaristía. Tantos creyentes como no creyentes tienen su momento para unirse por un Trabajo Digno.
Carmelo Donado Campos
Presidente de la HOAC de Granada y miembro de la plataforma eclesial
“Iglesia unida por un trabajo
decente”
(Publidado en IDEAL de Granada 4-10-16)
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