Decimos que no existe el frio, que es ausencia de calor o que no existe la oscuridad, que es ausencia de luz, pero cuando hablamos de la paz no podemos decir que la paz es la ausencia de guerras, porque la paz es más, la paz la tenemos que construir nosotros unidos, empezando desde el núcleo familiar. Decía la madre Teresa de Calcuta que la paz y la guerra empiezan en el hogar. Si de verdad queremos que haya paz en el mundo, empecemos por amarnos unos a otros en el seno de nuestras propias familias. Si queremos sembrar alegría a nuestro alrededor precisamos que toda la familia viva en ese clima.
En estos días hay conflictos en muchos lugares del planeta y mueren miles de personas diariamente (ante tanta indiferencia). También está la otra guerra, que es menos visible pero que es también cruel: la que se combate en el campo financiero y económico con medios de destrucción masiva para las familias, los trabajadores y en especial para los más empobrecidos. Una guerra silenciosa pero que deja más víctimas que una batalla medieval.
Decía I. Newton que los hombres construimos demasiados muros y muy pocos puentes. Quizá sea ese nuestro fallo, que nos aislamos de los demás para tener más y que no nos lo quiten y no pensamos que lo que a mí me sobra seguro que a otro le falta y que Dios nos hizo para vivir en comunidad, en sociedad con los demás, en fraternidad.
“Bienaventurados los que trabajen por la paz, porque ellos serán llamados hijos de Dios." (Mateo 5,8). La paz no se conquista con guerras y con luchas sino con más paz, dialogo, educación y… no vendiendo armas a los países en conflicto. Los últimos Papas nos dicen continuamente: Todo se pierde con la guerra. Todo se gana con la paz. La guerra es siempre un fracaso de la humanidad. Hay que trabajar por la paz y la reconciliación. Pero trabajar por la paz no ha de ser solo de palabra, sino con buenas acciones. A la paz tenemos que contribuir todos desprendiéndonos de nuestros odios y venganzas, perdonando a quienes nos hicieron mal. La paz nunca será un fruto permanente en nuestra civilización hasta que contribuyamos a mejorar el mundo con nuestra conducta y nuestra generosidad y nos comprometamos a ser constructores de paz. Esa paz que se funda en la verdad, la justicia, el amor y la libertad. Las anteriores palabras son casi literales de los Papas recientes.
Trabajemos por la justicia social: trabajo decente, alimentación, salud, educación, viviendas dignas, sin descartar a los más pobres, los inmigrantes, los ancianos, los niños, los discapacitados físicos y psíquicos….lo demás vendrá por añadidura. “Para conseguir la paz, se necesita valor, mucho más que para hacer la guerra. Se necesita valor para decir sí al encuentro y no al enfrentamiento; sí al diálogo y no a la violencia; sí a la negociación y no a la hostilidad; sí al respeto de los pactos y no a las provocaciones”: Dijo el Papa Francisco en Israel.
Y termino citando de nuevo al Papa actual en su Mensaje para la Jornada Mundial por la Paz 2016: “En el espíritu del Jubileo de la Misericordia, cada uno está llamado a reconocer cómo se manifiesta la indiferencia en la propia vida, y a adoptar un compromiso concreto para contribuir a mejorar la realidad donde vive, a partir de la propia familia, de su vecindario o el ambiente de trabajo”.
Rafael Hodar Torres
Militante de la Hoac de Granada. Motril
(Publicado en Ideal de Granada - 11/01/16)
(Publicado en Ideal de Granada - 11/01/16)
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