Evangelio en la calle
El Evangelio es para vivirlo y celebrarlo en Galilea. A. Machado dice esto mismo de otra manera y, por supuesto, mucho mejor: “¡No puedo cantar, ni quiero/ a ese Jesús del madero/ sino al que anduvo en el mar!”.
Las orillas del lago de Galilea traían a los discípulos los primeros recuerdos de Jesús. Conocer allí al Maestro los entusiasmó de tal modo que lo dejaron todo y lo siguieron (Marcos 1, 18). Allí empezó todo (Hechos 10, 37). La Buena Noticia dio sus primeros pasos a orillas del mar. Galilea es hablar de acogida, llamada, alivio del sufrimiento, curación de los males, comienzo de una nueva etapa…
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¡Qué significado tan esclarecedor tiene aquel joven vestido de blanco proclamando a aquellas apesadumbradas mujeres (María Magdalena, María la de Santiago y Salomé) que buscaban a Jesús en el sepulcro: “No os asustéis. Buscáis a Jesús de Nazaret, el crucificado. Ha resucitado; no está aquí. Mirad el lugar donde lo pusieron. Ahora id a decir a sus discípulos y a Pedro: Él va delante de vosotros a Galilea: allí lo veréis, tal como os dijo”! (Marcos 16, 1-8).
Este texto tiene una importancia enorme y llena la Pascua de Resurrección y el seguimiento del discípulo. Los cristianos de hoy y de siempre hemos de buscar a Jesús en Galilea (y no tanto en Jerusalén). ¿Por qué? Porque Galilea es el lugar donde empezó algo totalmente nuevo, porque allí están las periferias, porque Galilea está llena de parados, emigrantes, prostitutas y consumidores de droga. Ésta es la Galilea de toda geografía: la de los gentiles, pecadores y paganos (Mateo 4, 15).
¿Dónde está tu Galilea? ¿Dónde buscas al Cristo de tu vida?
Volver a Galilea es retornar al primer amor (Apocalipsis 2, 4). El Señor de Galilea te mira a los ojos y te llama por tu nombre. ¡Eres único y única para él!
Allí, en Galilea encontramos y celebramos la Resurrección como una nueva oportunidad de seguir a Jesús en el mar tenebroso de la historia de tantos crucificados.
Allí, en Galilea encontramos y celebramos la Resurrección como una nueva oportunidad de seguir a Jesús en el mar tenebroso de la historia de tantos crucificados.
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