"OS ANUNCIO UNA GRAN ALEGRÍA O TRES HECHO DE NAVIDAD"
Pero todo esto no puede quedar lejano y difuso. Hay que hacerlo cercano y concreto. Para ello me permito contar tres historias.
Voy notando, cada vez con más frecuencia, que a determinadas personas no les gusta la Navidad. Incluso la rechazan, airados, como algo molesto. Al preguntarles el porqué, dan razones de todo tipo: recuerdos llenos de nostalgia, bullicio sin ton ni son, gastos y comidas huecas, utilización sin sentido del nacimiento de Jesús de Nazaret…
A mí, sin embargo, no es que me guste o no me guste la Navidad (eso es lo de menos), lo que me parece es que el nacimiento de Jesús de Nazaret tiene tantas posibilidades para creyentes y no creyentes que es una lástima que no las utilicemos al máximum.
Vamos a centrarnos en la narración que hace el evangelista Lucas (2, 1-20) sobre este acontecimiento. Al fin y al cabo es el principio de todo. Ya adelanto (y sabemos) que es un relato lleno de gran ternura, de salvación y… ¿cómo no? de dolor. Lo recordamos y, una vez más, volvemos sobre él: decreto del emperador, pesebre, pastores, ángeles, encuentro… y de todo él, entresaco esa frase puesta en boca de los ángeles y dirigida a los pastores: “Os anuncio una gran alegría” (versículo 10).
“Gran alegría para todo el pueblo”, se dice, porque ha nacido no uno que viene a aprovecharse de nosotros, ni a dominarnos, ni a tratarnos de bobos, sino a traernos la posibilidad de la liberación de toda esclavitud para que él pueda ser nuestro único “Señor” (y no el dinero y el poder). Ésta es la gran alegría. Lógicamente lo será si nos parecemos a los pastores que, dejando “de prisa” todo lo suyo, acogieron la persona de Jesús y entonces, y solo entonces, la noche, envuelta en oscuridad, se llenó de luz. Imágenes que nos llevan a alejarnos “de lo políticamente correcto” y luchar contra un mundo cada vez más injusto especialmente para los pobres y los obreros.
Pero todo esto no puede quedar lejano y difuso. Hay que hacerlo cercano y concreto. Para ello me permito contar tres historias.
Primera: No a los apagones de la luz. En la Zona Norte de Granada, por desgracia, se están dando con mucha frecuencia apagones de luz intermitentes y prolongados. Familias enteras se quedan a oscuras en medio del frío, abandono y dejadez. Metámonos en su pellejo y veamos si tal situación es tolerable en el siglo veintiuno. Pues bien, asociaciones, plataforma y vecinos (afectados y no afectados) han dicho: ¡basta ya! Y llevan tiempo haciendo manifestaciones, concentraciones y encuentros con velas, que ahora se han arreciado, para dar a conocer la injusticia y exigir que la luz sea un derecho para todos. Los que así actúan, celebran la Navidad.
Segunda: “No quiero limosnas, quiero trabajo”. Se honran a sí mismos y honran al ser humano los que pronuncian esta frase. No puede ser que se multipliquen las asociaciones religiosas y civiles que crean instituciones de beneficencia para socorrer a los necesitados: economatos, bancos de alimentos, bolsas de Navidad…No puede ser. Lo que hay que potenciar es la voz y la lucha de los que piden trabajo y justicia. ¿Por qué? La respuesta de los sin trabajo es clara: la limosna nos deja en la misma postración, la beneficencia paraliza y envilece al que la da y al que la recibe, la justicia es la única que puede rechazar tanto paro, las ayudas (en algunos casos) justifican los bajos salarios y las condiciones inhumanas de trabajo y sobre todo dicen: el trabajo dignifica. Me da alegría oír estas razones. Coinciden con la opinión de los militantes obreros, de Cáritas (que sobre todo es acogida y acompañamiento) y con el Papa Francisco que de una manera u otra está repitiendo la misma idea. Después lo citaré textualmente. Los que luchan por un trabajo digno escriben la historia verdadera de la Navidad.
Tercera: Encuentro mundial del Papa Francisco con los Movimientos Populares. Ya en sí mismo este encuentro de Octubre pasado es original y significativo. En él hay alegría, liberación y Navidad. Voy a citar dos párrafos del discurso del Papa: “Este encuentro nuestro responde a un anhelo muy concreto, algo que cualquier padre, cualquier madre quiere para sus hijos; un anhelo que debía de estar al alcance de todos, pero hoy vemos con tristeza cada vez más lejos de la mayoría: tierra, techo y trabajo. Es extraño, pero si hablo de esto para algunos resulta que el Papa es comunista” y un poco más adelante dice: “El desempleo juvenil, la informalidad y la falta de derechos laborales no son inevitables, son resultado de una previa opción social, de un sistema económico que pone los beneficios por encima del hombre…Es la cultura del descarte.
Si la Navidad es liberación ¿Quién la puede rechazar? Más bien gritemos, recemos y comprometámonos en la calle y en la Iglesia. Las tristezas son evasiones.
¡Tú, yo y el mundo necesitamos urgentemente la gran alegría de la Navidad! Los que luchan por la justicia son los pastores de nuestros tiempos. Se dejan envolver por la luz de Belén.
Antonio Hernández-Carrillo
Consiliario Diocesano de la Hoac de Granada
(Publicado el 24-Dic. Ideal de Granada)
(Publicado el 24-Dic. Ideal de Granada)
No hay comentarios:
Publicar un comentario