jueves, junio 12, 2014

Nuestra opinión en papel

 "TRABAJO DIGNO PARA UNA SOCIEDAD DECENTE"
   
La reflexión que hacemos la Hermandad Obrera de Acción Católica en el Día de la HOAC sobre la sangrante situación del mundo laboral, nos lleva a plantear el cómo repensar la economía y la política desde el carácter humanizador del trabajo para, desde esta perspectiva, luchar contra la deshumanización y el empobrecimiento que sufre hoy el mundo obrero. 

Mientras se siga haciendo depender el trabajo de la economía no podremos liberar a las personas de la esclavitud economicista; y mientras se siga dando un lugar tan insignificante al valor del trabajo en los planteamientos políticos no lograremos que la política avance en estar realmente al servicio de las necesidades de las personas. Hay que buscar caminos para plantear las cosas exactamente al contrario, porque "la Persona es lo Primero". 

Pero es que, además, decimos de repensar la economía y la política desde "el trabajo", no sólo desde "el empleo". Lo cual significa que hay que plantear la economía y la política tanto desde el trabajo que es empleo, como desde el trabajo que no lo es. Porque la reducción del trabajo al empleo remunerado distorsiona y deforma profundamente la misma comprensión y sentido humanizador del trabajo.

Por lo tanto hay que recuperar el sentido y el valor del trabajo que no es empleo. Es decir, lograr el reconocimiento personal y social del valor que para las personas y para la sociedad tienen muchos trabajos que no son empleos y que, precisamente por no serlo, son minusvalorados, así como las personas que los realizan. Ejemplos como el trabajo doméstico, el cuidado y mantenimiento del hogar y de la vida familiar, trabajos que hacen posible el funcionamiento de organizaciones sociales, cívicas, educativas…, que tampoco son empleos, y que ni siquiera se consideran habitualmente como trabajo, pero lo son. 



El desafío social al que nos enfrentamos no es sólo cómo distribuir de manera más justa y digna el empleo (cosa que tampoco lo plantea la lógica economicista), sino también cómo distribuir y reconocer socialmente todos los trabajos necesarios para responder a las necesidades humanas. Y, también, liberar tiempo para construir relaciones en las que el trabajo de unos, puesto al servicio de los otros, no esté regido por las relaciones mercantiles, sino por la gratuidad, la solidaridad y los intercambios voluntarios de dones y capacidades.

Dicho todo esto, también es necesario afirmar con absoluta rotundidad que construir una nueva cultura del trabajo pasa hoy, más que ayer, por luchar por unas condiciones dignas de empleo. Porque desde hace años, y más aún con el pretexto de la crisis, las políticas neoliberales dominantes están atacando sistemáticamente los derechos laborales, la misma existencia del derecho en el trabajo, y deteriorando aceleradamente las condiciones del empleo a través del desempleo y la precarización estructural del empleo.

Sin la lucha por la afirmación de los derechos de las personas en el empleo no es posible humanizar el trabajo. La acción sindical y las políticas laborales son fundamentales en este sentido. Pero también lo es una acción social dirigida a modificar la mentalidad cada vez más resignada a la aceptación de peores condiciones de trabajo como algo inevitable, bajo el chantaje permanente del desempleo.

La lucha contra el empobrecimiento está estrechamente vinculada a la lucha por el empleo decente porque de la existencia de condiciones de empleo dignas depende en gran medida la vida de muchos millones de familias trabajadoras, la solidaridad y la justicia en la vida social. Se lo recuerda al mundo el Papa Francisco en su exhortación evangélica "Evangelii Gaudium" (La Alegría del Evangelio nº 192). Con él, la HOAC en su compromiso, apuesta decididamente por extender una cultura del “trabajo decente” y luchar en lo cotidiano por mejorar y dignificar las condiciones del empleo.

Tomás Martínez Salinas
Militante Hoac de Granada


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