Fuente: 26.05.2013 .
No puede parar de llorar, y agotada, termina en el
suelo. Acaba de ver el cuerpo sin vida de su marido que se encuentra en
el depósito de cadáveres del hospital Hassani de Nador. Consigue ponerse
de pie y tranquilizarse. A su lado un hombre con los brazos en alto,-en
posición de oración, tal y como marca la costumbre musulmana-, no deja
de rezar. También es familiar del fallecido, y lo despide con una
oración. Acompañados en todo momento por la gendarmería marroquí, y tras
varias gestiones, han podido darle el último adiós. Consternados, deben
mirar hacia adelante, porque han sobrevivido. Son dos de los siete subsaharianos que fueron rescatadas con vida por la Protección Civil marroquí el pasado lunes. Iban en una zodiac, al parecer junto a más de cuarenta
personas, que naufragaba por la Mar Chica, una zona costera de ciento
quince kilómetros cuadrados, situada en el norte de Marruecos. Esta
laguna está situada a los pies de la ciudad de Nador, a pocos kilómetros
al sur de Melilla.
Estos siete supervivientes, tres hombres y cuatro
mujeres, han sido ingresados provisionalmente en el centro hospitalario
de Nador. Nuestras fuentes nos explican que todos llegaron muy
nerviosos. “Uno de ellos, estaba en estado de shock y dos de las
subsaharianas que están embarazadas, llegaron muy preocupadas”, nos
dicen, y nos añaden que “otra de las mujeres traía heridas en el pie”. A
su delicado estado de salud se suma la vigilancia permanente a la que
están sometidos, ya que hemos podido saber que en la puerta de su
habitación hay siempre dos mejanis, “más otros dos que se acercan con
frecuencia”, nos indican fuentes cercanas. Además nos señalan que “a
algunos de estos subsaharianos, entre sonrisas, les han quitado hasta el móvil”.
Aún así, tras cumplir los trámites pertinentes, a quienes lo han pedido
les han permitido ver los cadáveres de los cinco hombres muertos que
yacían en el depósito de esta instalación sanitaria. Algo, que aunque
resulte sorprendente, no es lo habitual en este tipo de situaciones.
Pero éstas no han sido las únicas personas que han fallecido, ya que nuestros contactos nos informan de que “hay dos cuerpos más que todavía no han aparecido”, entre ellos el de un menor. “No sabemos si es de un niño o una niña”, nos aclaran, y añaden que “otras dos personas continúan en paradero desconocido”. Según nos explican, la gendarmería marroquí asegura que “nadando lograron salvarse”, sin embargo, teniendo en cuenta el estado de los inmigrantes, para otras fuentes esta versión “resulta difícil de creer”.
Un intento de entrada a España con unas consecuencias dramáticas, tal y como podemos apreciar en las fuertes imágenes publicadas por un medio de comunicación marroquí, pero que no ha tenido prácticamente repercusión en la ciudad autónoma de Melilla. Los motivos pueden ser que la patera no llegó a acercarse a la costa española y que resulta muy difícil recabar información en el país vecino. Estas razones explicarían que casi ningún medio de comunicación local se haya hecho eco de la noticia. Todo lo contrario, a nivel mediático, ha ocurrido este viernes, cuando sobre las ocho y media de la mañana una patera con diez personas ha llegado casi al Faro de Melilla. Entonces, algunos ciudadanos que vieron la zodiac, difundieron a través de las redes sociales, esta noticia.
Desde la Delegación del Gobierno, insisten en que la embarcación no llegó a Melilla
y que la Guardia Civil “ha actuado conforme a lo establecido en los
convenios internacionales de Salvamento Marítimo”. De ahí, nos dicen
desde la Administración General del Estado que los agentes españoles
“hayan acudido en su auxilio y hayan comprobado que sus ocupantes se
encontraban en buen estado”. Basándose en los convenios internacionales,
aseguran que el rescate corresponde a Marruecos, por lo que fue el país
vecino el que se hizo cargo de la zodiac.
Un argumento que según el abogado y presidente de la Asociación Pro Derechos Humanos (APDH), José Alonso, “no tiene ninguna lógica”. Aclara que en este caso la
embarcación estaría en España porque “desde la costa hasta los
siguientes doce kilómetros esas aguas pertenecen a nuestro país”,
y añade que el límite territorial ya está marcado por el espigón, “por
lo que la Dársena del Puerto, el Dique Sur, el Faro, la playa de Horcas
Coloradas y Aguadú se consideran Melilla”, apunta. El abogado insiste en
que “más allá del dique, pues a lo mejor, se puede cuestionar”, y
asombrado añade que “ningún país defiende que tiene menos aguas
territoriales que los que se reconocen en los tratados internacionales”.
Además, si esto es así, “¿cómo van a llevar a cabo la ampliación del
puerto de Melilla?, ¿la van a realizar sobre aguas que a priori España
considera que no son suyas?”, se pregunta José Alonso, refiriéndose al
proyecto que contempla ampliar esta instalación.
Por eso, asegura que el haber devuelto esta patera a Marruecos es una “expulsión de hecho”,
que quiere decir, nos dice este letrado sin ningún tipo de duda, “coger
a una persona y echarla, saltándose la Ley a la torera”. Añade que esta
actuación es “absolutamente ilegal” porque cualquier extranjero que
acceda sin documentación a España “debe ser identificado y si se
comprueba que no puede permanecer en territorio español, por los motivos
que sean, se emite una orden de devolución firmada por el funcionario”.
Insiste en que la presencia de un letrado es imprescindible, “y si hace
falta la de un intérprete”, apunta. Un procedimiento que, repite, “no
se está llevando a cabo en Melilla”, por lo que “lo hemos puesto en
conocimiento del Defensor del Pueblo”, nos dice. También nos recuerda
que el pasado 15 de marzo una embarcación con doce personas que se
encontraba a quince metros de la orilla de la Playa de los Cárabos,
también fue entregada al país vecino. “Se está denunciando en los
organismos competentes, ya que se está violando el derecho de
extranjería, el derecho de estas personas”, y añade que “puede ocurrir
que cualquiera solicite asilo o refugio y hay que tramitarlo, no se les
puede expulsar”.
Apesadumbrado, el presidente de la APDH no se cansa
de repetir que “estamos denunciando a ver si algún día dentro de dos,
tres o cinco años, la gente no tiene que sufrir este tipo de
arbitrariedades”. Califica estas “expulsiones de hecho” como
“ilegalidades flagrantes” y añade que pueden ser incluso objeto de
delito, “no sería extraño que el delegado del Gobierno, el
teniente coronel de la Guardia Civil o el responsable que sea, se
encuentre con una querella criminal por estos motivos”. Así de
rotundo se muestra para dejar claro que la Ley de Extranjería debe
respetarse, y que no existe ningún tratado que afecte a Ceuta y Melilla,
“que prevalezca sobre esta norma”.
Apunta también José Alonso que debemos ser
conscientes de que devolver una patera a Marruecos conlleva “condenar a
estas personas a que les rompan los brazos y las piernas”. De
hecho, hemos podido saber por fuentes cercanas a los inmigrantes que
están en el Gurugú – el monte marroquí donde estas personas se refugian
esperando poder pasar a la ciudad autónoma – que una persona ha fallecido en el bosque,
y que incluso puede que esté enterrada. No sabemos si es la misma a la
que se refería la Asociación de Prensa Marroquí (MAP) el pasado 14 de
mayo. Un fallecimiento, que según este medio de comunicación, se estaba
investigando y que podría estar relacionado con el salto a la valla del
pasado trece de mayo. De ciento cincuenta inmigrantes que lo intentaron,
sólo setenta lo consiguieron, el resto acabó entre el hospital de Nador
y los campamentos del Gurugú. Estos asentamientos fueron arrasados la noche siguiente por la gendarmería marroquí que actúo con violencia y efectúo detenciones.
Pero no sólo quienes huyen de la guerra y el hambre
pierden la vida en Marruecos, sino también en Melilla. Concretamente
este viernes ha aparecido el cadáver de una persona cerca del puerto
de la ciudad. Al parecer, se trataría de un argelino que se ha ahogado
cuando se disponía a viajar como polizón en uno de los barcos que va
hacia la península. Una muerte más que se suma a una lista interminable
de la que no se conoce la cifra exacta, porque quienes la componen,
parece que no cuentan.
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