Una nueva tragedia se produce en las aguas de un mar que lejos de servir para unir, para comunicar a las personas, se ha convertido en una auténtica tumba para miles de africanos que legítimamente buscan hacer realidad sus esperanzas y las de sus familias.
Desgraciadamente sabemos que ni las crisis del norte, ni los temporales del mar, ni el miedo a perder la vida, van a deterner a estas personas pues la situación que viven en sus países de origen y sobre todo en las "tierras de nadie" de la frontera norte del continente africano es sencillamente imposible. Algunos llevan años esperando una posiblilidad para saltar la "valla" o subir a una patera y lo hacen en muchos casos como enviados de sus propia familia pues son su única oportunidad.
Como un goteo constante van cada cierto tiempo llegando a nuestros puertos estos hermanos nuestros, compañeros obreros de la venta ambulante y de la clandestinidad, tenazes personas cargadas de esperanza, ... pero en esta ocasión, como ocurre de vez en cuando, la muerte les ha abordado a medio camino, en mitad del mar.
Vaya desde aquí nuestra oración para que el Señor de la Vida los arrope en su seno, nuestra solidaridad con sus familias y sus amigos y nuestro grito por la injusticia de estas vidas de hombres y de mujeres perdidas. Ojalá sean la últimas y que al menos su muerte sirva para que nos acordemos de los que todavía quedan allí y para revisar nuestra responsabilidad en la realidad que entre todos construimos.
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