Vivimos en unos tiempos en los que el derecho al trabajo está por los suelos y parece como si hablar de otros derechos del trabajador, por ejemplo, del derecho a desarrollar la propia vocación, fuera una cosa sin sentido.
Sin embargo, es importantísimo que el mundo obrero no pierda nunca este horizonte que siempre ha estado presente en su historia y su utopía.
Efectivamente, la vocación profesional se encuentra en lo más profundo de la vida del trabajador que desea ser tenido y tratado conforme a las cualidades y aptitudes que el Creador ha puesto en su persona y no conforme a otros intereses económicos de la empresa.
Todo esto lo decía magistralmente Guillermo Rovirosa, primer militante de la HOAC (Hermandad Obrera de Acción Católica) en el año 1963: “El hombre que trabaja en “lo suyo”, en aquello que le da satisfacción y le interesa, que pone en juego sus aptitudes, y que constituye para él verdadero gozo y un placer, ofrece un contraste brutal con el hombre que trabaja exclusivamente para “ganarse la vida”, que lo mismo le da un trabajo que otro, el caso es sacar el máximo provecho con el mínimo esfuerzo. El primero es un hombre libre, el segundo es un condenado a trabajos forzados, bajo el látigo del hambre”.
Desarrollando la vocación profesional, el obrero se humaniza y no desarrollándola se deshumaniza.
Como todos los días uno (en Granada) y primeros viernes (en Motril) de los meses de este curso os invitamos a unirnos a nosotros para reflexionar y reivindicar juntos los Derechos Familiares de las Personas y los Derechos Sociales de las Familias contenidos en la CARTA EUROPEA PARA LAS FAMILIAS promovida por el Movimiento Europeo de Trabajadores Cristianos (MTCE) y que hoy mas que nunca consideramos esenciales preservar.
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