Mensaje de los obispos para el Día de la Acción Católica y Apostolado Seglar que se celebra este domingo
“Arraigados
y edificados en Cristo, firmes en la fe”. Este es el lema elegido por
el Santo Padre para la celebración de la Jornada Mundial de la Juventud,
que tendrá lugar, Dios mediante, en Madrid el próximo mes de agosto.
Entre otras cosas, este lema es una invitación para todos los jóvenes
del mundo a vivir la experiencia del amor incondicional de Dios hacia
cada ser humano y a renovar el don de la fe mediante el encuentro con
el Señor resucitado y vivo en su Iglesia.
Tanto
los jóvenes como los adultos necesitamos profundizar en esta
experiencia del amor de Dios hacia cada uno de nosotros para llegar a la
convicción de que nuestra existencia solo tendrá plenitud de sentido y
meta segura, si la construimos sobre Jesucristo, piedra angular de la
Iglesia y sólido fundamento de nuestra esperanza cristiana.
En
ocasiones, todos corremos el riesgo de acostumbrarnos a vivir la fe y
olvidamos que, por pura gracia, hemos sido injertados en la vida de
Cristo en virtud del sacramento del Bautismo y que estamos llamados a
acoger, valorar y desarrollar con la fuerza del Espíritu Santo este
incomparable regalo del Señor para crecer en la identificación con Él y
para no conformarnos con una vida cristiana mediocre y rutinaria.
Con
profunda alegría y en comunión con todos vosotros, queridos fieles
laicos, damos gracias a Dios en este día de Pentecostés por el
testimonio de fe de tantos hermanos, que han asumido con gozo el encargo
de evangelizar y que son transparencia del amor de Dios en el seno
familiar, en las actividades profesionales y en las relaciones sociales.
Damos gracias a Dios por tantos cristianos laicos, que al descubrir su
participación en el oficio profético de Jesucristo por el Bautismo,
están plenamente implicados en la tarea evangelizadora de la Iglesia:
“Les corresponde testificar que la fe cristiana constituye la única
respuesta plenamente válida a los problemas y expectativas que la vida
plantea a cada hombre y a cada sociedad” (Ch.L. 30).
Desde
esta comunión con Cristo, sin el cual nada podemos hacer, y desde la
permanencia en las enseñanzas divinas, tenemos que salir en misión hasta
los confines de la tierra. Este es el mandato que el Señor resucitado
dio a los apóstoles y discípulos en los comienzos de la Iglesia y este
es también el encargo que hoy nos hace a todos los bautizados y
confirmados. Así nos lo recuerda el lema elegido para la celebración del
Día del Apostolado Seglar y de la Acción Católica, en la solemnidad de
Pentecostés: “Arraigados en Cristo, anunciamos el Evangelio”.
El
Señor nos envía al mundo como Él fue enviado por el Padre, pues también
el hombre de hoy, como el de otros tiempos, tiene necesidad de la
salvación de Dios. El Espíritu Santo nos precede y acompaña en todo
momento, por lo tanto, sin esperar los resultados de la acción
evangelizadora, confiemos en la gracia del Señor que nunca nos faltará y
esperemos con paz el cumplimiento de sus promesas.
Ahora
bien, para vivir y actuar como auténticos discípulos de Jesús no es
suficiente descubrir su amor incondicional a cada ser humano. Además de
acoger en el corazón el amor de Dios, que siempre nos ama primero, los
cristianos estamos invitados a permanecer en ese amor, que se nos revela
a través de la Palabra y que se concreta en la entrega constante de
Jesucristo por la salvación de la humanidad a través de los sacramentos.
Solo podremos ser auténticos creyentes, si nos dejamos evangelizar, si
aceptamos de buen grado ser renovados y transformados interiormente
mediante el encuentro y la comunión con Cristo en la oración, en las
celebraciones litúrgicas y en el ejercicio de la caridad.
Es
necesario anunciar la Buena Noticia no solo a los alejados, sino
también a muchos bautizados que permanecen cerrados a la trascendencia y
olvidan su servicio y entrega al prójimo. De hecho constatamos que se
incrementa el número de los que se confiesan creyentes, pero viven al
margen de Dios. Ofrecen culto a los ídolos del dinero, del placer y del
poder, alejándose inconscientemente del Dios verdadero y de la Iglesia
que los engendró a la fe. Se confiesan creyentes, pero viven al margen
de Dios. No se preguntan por el sentido de la existencia y son presa
fácil del relativismo y del subjetivismo, porque tienen miedo a
confrontarse con la Verdad y les da pánico tener criterios propios y ser
distintos a los demás. El ambiente de indiferencia religiosa, la
secularización de la sociedad, el culto a la personalidad y la
superficialidad de nuestro tiempo han hecho posible que algunos
bautizados intenten vivir su fe en Dios sin renunciar a los criterios
del mundo. Prefieren vivir instalados en la autosuficiencia y en un
estéril individualismo religioso a participar en las actividades
evangelizadoras de la comunidad cristiana.
La
contemplación de esta nueva realidad social, cultural y religiosa, en
la que todos vivimos, debe llevarnos a todos, sacerdotes, religiosos y
cristianos laicos, a descubrir que es preciso emprender con decisión y
con entusiasmo una nueva evangelización. No podemos esperar con los
brazos cruzados o con el lamento permanente a que pasen los obstáculos
para evangelizar. Hemos de fortalecer nuestro impulso misionero y, como
nos recuerda el Papa Benedicto XVI, debemos asumir estos nuevos desafíos
de la cultura actual para progresar en la conversión pastoral y para
buscar nuevas formas y nuevos modos de proponer la Buena Noticia al
hombre de hoy con el ardor misionero de los santos y de tantos
cristianos, que son testigos gozosos del amor de Jesucristo.
Sabemos
que las dificultades para la evangelización son especialmente
importantes en estos momentos. Pero, analizando la historia de la
Iglesia, constatamos que esas dificultades han existido siempre.
Por
tanto, además de asumir que el Señor nos envía al mundo como Él fue
enviado por el Padre y de que el Espíritu Santo nos precede y acompaña
en todo momento, debemos tener también muy presente que el hombre de hoy
como el de otros tiempos tiene necesidad de la salvación de Dios. Sin
esperar los resultados de la acción evangelizadora, confiemos en la
gracia del Señor que nunca nos faltará y esperemos con paz el
cumplimiento de sus promesas.
Para
llevar a cabo esta misión evangelizadora no sobra nadie. Es más, el
Señor y la Iglesia necesitan y esperan la participación consciente y
responsable de todos los bautizados. Por ello, en esta solemnidad de
Pentecostés, en que recordamos los primeros pasos de la Iglesia y
celebramos el día del Apostolado Seglar y el de la Acción Católica, los
obispos de la Comisión Episcopal de Apostolado Seglar queremos invitaros
a todos los militantes cristianos de los movimientos apostólicos y a
quienes no pertenecéis a ningún movimiento o asociación laical a que
sigáis participando, arraigados en Cristo Jesús y siendo sus testigos,
en esta nueva evangelización desde una profunda renovación espiritual y
desde una sincera conversión al Señor.
Como
en un nuevo Pentecostés, todos necesitamos acoger el don del Espíritu,
que Jesucristo nos regala desde el seno del Padre. Él nos ayudará a
superar el miedo, a vencer los respetos humanos y a salir de nosotros
mismos para ofrecer a nuestros semejantes, mediante el testimonio de una
vida santa, el amor infinito y la misericordia entrañable de nuestro
Dios. Dejemos que el “fuego” y el “viento huracanado” del Espíritu Santo
nos purifiquen interiormente y nos empujen con fuerza hasta los últimos
rincones de la tierra para ser testigos valientes de la resurrección de
Jesucristo.
COMISIÓN EPISCOPAL DE APOSTOLADO SEGLAR
- Mons. Carlos OSORO SIERRA, Arzobispo de Valencia Presidente
- Mons. Juan Antonio REIG PLÁ, Obispo de Alcalá de Henares Vicepresidente
- Mons. Francisco GIL HELLÍN, Arzobispo de Burgos
- Mons. Antonio ALGORA HERNANDO, Obispo de Ciudad Real
- Mons. Carlos ESCRIBANO SUBÍAS, Obispo de Teruel y Albarracín
- Mons. Esteban ESCUDERO TORRES, Obispo de Palencia
- Mons. Mario ICETA GAVICAGOGEASCOA, Obispo de Bilbao
- Mons. José MAZUELOS PÉREZ, Obispo de Jerez de la Frontera
- Mons. Gerardo MELGAR VICIOSA, Obispo de Osma-Soria
- Mons. José Ignacio MUNILLA AGUIRRE, Obispo de San Sebastián
- Mons. Xavier NOVELL GOMÀ, Obispo de Solsona
- Mons. Francesc PARDO ARTIGAS, Obispo de Girona
- Mons. Atilano RODRIGUEZ MARTÍNEZ, Obispo de Sigüenza – Guadalajara
- Mons. Ángel RUBIO CASTRO, Obispo de Segovia
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