martes, marzo 22, 2011

Nuestra opinión en papel


¿Ahora también "No a la guerra"?

   No me gustan las guerras, ninguna. No son buenas, provocan sufrimiento y dolor. Supongo que muchos dirán que a ellos tampoco, pero que esta intervención en Libia no es una guerra, que hay razones para hacerla, que no es como la de la de Irak, que es para defender a la población civil, para acabar con un tirano o para establecer un área de exclusión aérea, que tiene el consentimiento de Naciones Unidas…

     Pero, en cualquier caso, sigue sin gustarme. Hay algo que “chirría”, que suena mal, a pesar de todas esas buenas palabras. Y de pronto en medio de todas las noticias y justificaciones, oigo otra frase: “están estudiando la posible congelación del comercio de petróleo y gas con Gadafi”. ¿Cómo? ¿Qué la comunidad internacional, es decir, nuestros países y gobernantes, siguen negociando con Gadafi? Claro, les hace falta, hasta ver quien se hace cargo del negocio. Es decir, nosotros estamos tan engañados y tan manipulados como el pueblo libio, pero no hacemos nada por remediarlo, estamos anestesiados, acomodados. Nuestros gobernantes son unos hipócritas que dicen una cosa en un sitio y otra en otro, y luego actúan según intereses que, desde luego, no son los de sus pueblos, a los que deberían de servir, pero nosotros no hacemos nada, o los justificamos ciegamente.

     Y, cuando empiezo a preguntarme, mi mente ya es un hervidero: ¿Por qué ahora es un sátrapa, y cuando estuvo por aquí de visita no lo era? ¿Quién le ha vendido las armas, y ha montado el ejército de este tirano durante cuarenta años? ¿Y quién se las ha proporcionado también a los rebeldes? ¿Qué compañía está explotando ahora mismo el petróleo de Libia? ¿O quién lo quiere explotar? ¿Qué intereses reales hay detrás de todo esto?

    Decía que las guerras no son buenas, y que suponía que en eso, todos estaríamos de acuerdo. Y no es verdad, no son buenas para los pueblos, para la gente, para esos a los que dicen defender. Pero son muy buenas, muy rentables, para los que buscan negocio, ganar más a cualquier precio, sin ningún escrúpulo. Y normalmente, siempre hay alguno de esas compañías metido como Secretario de Estado de EEUU, o en el Ministerio de Defensa de Gran Bretaña, o como asesor de la OTAN en España, por decir algo. Hay que mover el negocio de la guerra, para seguir ganando.

     Y llego a otra conclusión: esas compañías son las que cotizan en bolsa, las que son rentables y en las que invierten los bancos para darme un 2 % de interés por mis ahorros o asegurar la rentabilidad del plan de pensiones privado que me ofrecen todos los días (en vez de que el debería asegurarme el estado, por haber trabajado y cotizado toda una vida, por cierto). Así que por aquí, nosotros también somos cómplices, por no cuestionarnos qué hacen con nuestros ahorros, por seguir queriendo ganar más sin importarnos cómo, por dejarnos engañar por esta sociedad que dice defender unos valores y propone los contrarios como modelo de vida.

      Los pueblos tienen derecho a librarse de sus tiranías, por eso tendremos que ser solidarios con el pueblo libio, tunecino o egipcio… y también con el de Bahrein ¿o no? ¿Y el de Guinea Ecuatorial? Y también tendremos que plantearnos cómo ser ciudadanos activos, críticos y que se planteen otro modelo, otra forma de vivir para un mundo mejor. Por eso, ahora también hay que decir “NO A LA GUERRA”, por todo lo que eso implica. Porque son necesarias, y posibles, otras formas de relacionarse y de solucionar los conflictos. Porque los derechos humanos, y la paz, nunca pueden ser un pretexto para la guerra, ya que, por definición, la guerra es la negación absoluta de los derechos humanos y la paz, y nunca busca el bien de los pueblos.

    
Rafael Martínez
Publicado en "La Opinión de Granada", el "FARO" de Motril y "Motril Digital" el 22-3-2011


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