FEDERACIÓN DE MOVIMIENTOS DE ACCIÓN CATÓLICA (JEC, JOC, HOAC, ACG, MRC, MJRC, MTC, PX, FRATER)
Los miembros de la Federación de Movimientos de Acción Católica Española constatamos que la profunda crisis económica y financiera, que afecta a millones de seres humanos en los cinco continentes, está golpeando con especial dureza a millones de personas en nuestros pueblos y ciudades, generando de este modo graves dificultades para el desarrollo personal, para la convivencia familiar y para las relaciones sociales.
Aunque las consecuencias de la crisis son muy variadas, el problema de fondo está en la utilización de la economía y de las finanzas como un fin en sí mismas y como un medio para la consecución de los propios intereses. Durante los últimos años muchas personas, sin grandes escrúpulos éticos, buscaron ante todo la eficacia, el progreso económico y el beneficio personal, olvidando que el verdadero desarrollo afecta a toda la persona y, por tanto, debe respetar su dignidad y su dimensión espiritual.
Ante la constatación de esta realidad, el Papa Benedicto XVI nos recordaba recientemente que la economía tiene que estar al servicio de la persona y no la persona al servicio de la economía y por ello el trabajo que la sustenta ha de ser: “un trabajo que en cualquier sociedad sea expresión de la dignidad esencial de todo hombre y mujer (…); un trabajo que permita a los trabajadores organizarse libremente y hacer oír su voz; un trabajo que deje espacio para reencontrarse adecuadamente con las propias raíces en el ámbito personal, familiar y espiritual” (Caritas in veritate, n. 63).
Haciendo nuestras las enseñanzas del Santo Padre, pensamos que las últimas medidas adoptadas en nuestro país para paliar la crisis, incluida la Reforma Laboral recientemente aprobada, no ayudan a aliviar la situación de precariedad y de pobreza en la que viven miles de personas y parecen no tener en cuenta, en última instancia, a las víctimas de la crisis.
Como cristianos y como miembros de la sociedad queremos seguir colaborando en la medida de nuestras posibilidades en la construcción de una sociedad más justa y solidaria, siendo especialmente sensibles y cercanos a los que sufren. Estamos profundamente convencidos de que las soluciones eficaces a la crisis deben tener especialmente en cuenta la responsabilidad de cada ser humano con los restantes miembros de la sociedad, así como la dimensión ética de toda la actividad humana, también de la actividad económica.
Desde esta convicción, y teniendo en cuenta las graves consecuencias que las medidas económicas recientemente aprobadas podrían acarrear a los más empobrecidos de la sociedad, invitamos humildemente a los poderes públicos, a las organizaciones sindicales, sociales y empresariales a buscar ante todo el bien común de la sociedad y a encontrar desde un diálogo paciente las mejores soluciones para que toda persona pueda desarrollarse de acuerdo con su dignidad.
27 de septiembre de 2010
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